Dienstag, 28. Februar 2012

24 de febrero, Cozumel Parroquia del sagrado Corazón de Jesús Visitas médicas - para muchos incosteable


Guadalupe Briceño Zozaya no tiene seguro de gastos médicos. Visitas médicas y medicinas debe pagarlas ella misma. Esta mujer, con 52 años, tiene  muchos problemas de salud como hipertensión y artritis. 


Guadalupe Briceño Zozaya
“Mis medicamentos cuestan alrededor de mil pesos al mes y además para médico, entre quinientos y mil pesos”, nos cuenta. Cosa que ella no puede pagar. Guadalupe es ama de casa, José, su marido, es taxista. Él no tiene ingresos fijos. La semana pasada ganó mil doscientos pesos mexicanos (alrededor de 75 euros). Después de pagar la luz le quedaban solo 200 pesos; eso sólo alcanzará para sobrevivir esa semana. “Muchos habitantes de Conzumel no tienen seguro medico” nos dice el párroco José Ramón Gómez Marín. Ciertamente en México hay seguridad social para empleados  y burócratas, pero Guadalupe y su familia no tienen acceso a ella. Un taxista podría asegurarse de forma privada, pero eso tendría un costo de  4000 pesos por persona, hecho que para la mayoría es incosteable. La gente aquí vive en circunstancias muy sencillas. Es verdad que generalmente pueden encontrar trabajo, pero para el médico no alcanza de ninguna forma” nos explica el padre José. “Además la infraestructura médica es aquí muy mala. Para la población más pobre no hay médicos ni hospitales y esta situación se agrava por ser Conzumel una isla.” Las clínicas de especialidades más cercanas se encuentran hasta Mérida, lo que significa un viaje de cinco horas, algo inalcanzable para Guadalupe y José. Para Guadalupe es importante que le brindemos ayuda, ya que para ella las visitas al médico son casi siempre un lujo que no puede darse.  

23 de febrero, Cozumel – Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe. Toda la comunidad de la Iglesia ayuda


Hoy viajamos en el transbordador a la isla de Conzumel. Llegamos a la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe donde el año pasado fuimos ya huéspedes. Nuestros anfritriones querían demostrarnos cuán importante es nuestro trabajo para ellos. Nos quería dar lo mejor, pr ejemplo: para atendernos y preparar los alimentos fue responsable un equipo de 30 personas y un delicioso menú fue preparado para agasajarnos. Pero, ¿de dónde sacar alimento los recursos para tanta comida? Nuestro grupo es grande este año y los medios financieros de la comunidad son muy restringidos. Para esos se puso en la parroquia una lista de los víveres que se requerían. Ayer en la noche muchos de los integrantes de la comunidad trajeron algo: bebidas, verdura o arroz, cada quien dio lo que tenía. Toda la comunidad se ocupó de la comida. Un delicioso postre estaba planeado en trabajo de equipo. La receta fue repartida entre varias mujeres de la comunidad y cada una preparó en su casa algunas porciones del mismo.

Nuestros anfitriones hicieron todo lo posible para que pudiéramos concentrarnos completamente en nuestro trabajo. Nos sorprendieron con una planeación perfecta. Un equipo de recepción nos recogió al llegar. El desayuno ya estaba listo y para cada medico estaba preparada un área de exploración. Niñas con uniforme escolar guiaban a los pacientes hacia los médicos y también nos ofrecían refrescos;  el padre José Ramón Gómez Marín, sacerdote de la comunidad, supervisaba todo viendo que no hubiera contratiempos. Incluso cerca de la cafetera dos mujeres se afanaban todo el tiempo para que no nos preocupásemos de nada.

Los preparativos empezaron en la parroquia desde hace doce meses, inmediatamente después de nuestra visita del año pasado. ‘significó mucho para la gente que los médicos estuvieran aquí. Deseábamos a toda costa que regresaran’ nos explica Gabriel Pinto, unos de los responsables del equipo organizador, y agregó: ‘Estamos muy agradecidos y quisimos dar nuestro mejor esfuerzo’. Para eso hubo un grupo coordinador de 20 personas que se ocupó de los preparativos durante todo el año.

Se formaron comités para resolver los temas de transporte, hospedaje, comida, promoción, apoyo a los médicos el día del evento, etc.  Y para todo esto se buscaron voluntarios.

Nuestra llegada fue anunciada dos meses antes por la radio, en los anuncios parroquiales y durante las misas celebradas. Los pacientes que se interesaron a través de esto fueron inscritos en una lista. El director de una escuela local dio hoy el dia libre a 30 alumnos para que pudieran ayudarnos. Muchachos de la comunidad pusieron ayer mesas y sillas para nosotros, mismas que habían lavado antes a fondo para que estuvieran como nuevas. En medio de la noche algunos hombres tomaron el largo camino hacia Playa del Carmen para recoger nuestro instrumental y medicamentos, ya que todo tenía que estar listo a nuestra llegada. Hoy muchos voluntarios se las arreglaron para tener el día libre y estar totalmente disponibles para nosotros. El agradecimiento y generosidad de la gente local es para todos nosotros es el mas valioso regalo. Pudimos trabajar de corrido pues todo lo demás nos lo habían resuelto. Mientras mejor conocemos un lugar y más nos conoce la gente, más y mejor podemos ayudar.  Seguramente el año que viene regresaremos a Cozumel.

Samstag, 25. Februar 2012

El sol causa enfermedades

Todos los días a la consulta de la Dra. Judith Balazs acuden pacientes con problemas de la piel que ha sido demasiada expuesta a la luz solar. “Aquí en los pueblos la vida transcurre afuera, desde luego para la gente más pobre”, explica la dermatóloga. “Los niños se crían en la calle, en los patios, juegan siempre al aire libre. Las personas adultas trabajan en las plantaciones. Toda la gente aquí está expuesta al sol continuamente.”

Para protegerse deberían usar crema solar a diario. Esto parece fácil. Pero para nuestros pacientes aquí una crema solar está totalmente fuera de sus posibilidades económicas. Una botella cuesta unos cinco euros, y la gente de esta región muchas veces no tiene más de cien a doscientos euros al mes a su disposición. Lo imprescindible para ellos por lo tanto es inaccesible. Lo que les causa enfermedades es su pobreza.

Freitag, 24. Februar 2012

21 de febrero, Puerto Aventuras


Las condiciones de trabajo aquí son totalmente distintas a las que privan en Alemania. Falta mucho de los que para nosotros se sobre entiende: no hay privacidad en las instalaciones, las camas son escasas y desde luego, no cuentan los médicos con el equipo técnico con el que se trabaja en un consultorio alemán. 
Mas los médicos regalan un bien que hoy escasea mucho: SU TIEMPO.


Isabel Teuscher Kruger y Dra. Judith Bálacz 

Cada paciente es revisado a conciencia y ampliamente aconsejado, aún cuando cientos de ellos estén todavía esperando. Así fue como ocurrió hoy en Puerto Aventuras, un sitio cercano a Playa del Carmen; por ello los médicos trabajan frecuentemente hasta que oscurece.

Judith Bálacz, dermatóloga, pregunta con toda intención, sobre las condiciones de vida de los pacientes. ”Existe una estrecha relación entre el alma y la piel. Si la piel padece, padece el alma, y viceversa. Algunas enfermedades cutáneas afectan la seguridad del paciente, debilitando su autoestima y al paciente le cuesta aceptarse a sí mismo.” Y añade: “Tenemos que darles valor y fortaleza.”

Algunos pacientes necesitan consuelo junto con la ayuda médica. A Judith acudió una mujer de 60 años que tenía una fuerte soriasis. Nos cuenta llorando que su esposo había muerto recientemente. Judith y su traductora Isabel Teuscher Krüger hablan largamente con ella. Desde luego no pueden ayudarla por la pérdida de su marido, pero si pueden mostrarle que la comprenden y tratan de paliar un poco su dolor. “Las personas deben sentir que queremos hacerles un bien” dice Isabel.  Y Judith agrega: “Darse el tiempo para escuchar es una forma eficaz de ayudar. Esto desearía yo para Alemania.”
Dra. Judith Bálacz: Amor en accíon

Mittwoch, 22. Februar 2012

20 de febrero, Playa del Carmen, Colonia Bellavista


La colonia Bellavista es un asentamiento que no esta lejos de Playa del Carmen. Más este pequeño lugar tiene poco que ver con la floreciente zona turística de esta ciudad. Se ven instalaciones miserables, con casas sucias y ventanas sin vidrios, calles en mal estado flanqueadas por escombros. Nuestro lugar de acción es la parroquia de Corpus Christi. A nuestra llegada ya esperaban muchos pacientes sentados en filas de sillas a la sombra de árboles.  Los voluntarios de la comunidad han organizado todo perfectamente. De la iglesia se han sacado las sillas ye improvisado pequeños cubículos para los médicos, separados por sábanas que cuelgan de cuerdas. Los pacientes son llamados uno por uno. Jóvenes reparten galletas y bebidas.

Entre la gente que esperan me llama la atención una mujer de mediana edad. Cuatro niños pequeños juegan frente a ella en el suelo. ¿Sus nietos? La abordo. Se llama Ma. Ofelia Moreno, tiene 51 años y ayuda como catequista en la comunidad. Los pequeños que ha traído, dos niñas y dos niños son de sus familiares. Los padres trabajan en Playa del Carmen y no tienen tiempo para visitas médicas. Ma. Ofelia siempre les ayuda cuando puede. Trajo consigo desayuno para los niños y antes de darles un refresco, comprueba que no este demasiado frío. El médico sólo tiene que ver a Angelito, de cinco años de edad, que padece un dolor en el cuello y presenta fiebre. La espera es larga. Le pregunto a Ma. Ofelia por las condiciones de vida en la comunidad. Ella me cuenta que aquí viven muchas personas que junto con sus familiares han dejado su pueblo para buscar trabajo en Playa del Carmen. Trabajan en algún hotel o restaurant como bodegueros, ayudantes de limpieza, camareras o veladores. Muchos de los que llegan no encuentran empleo y pierden la esperanza de salir adelante. María Ofelia me cuenta que el alcoholismo es un gran problema. Pero también quien trabaja duro apenas puede subsistir. Los recursos no alcanzan para un seguro contra enfermedades y no tienen los medios para consultar a un médico. La mayoría de las veces, ambos padres tienen que trabajar para sacar adelante a su familia. Los niños son los que se ven más afectados. María Ofelia me explica que aquí, muchos de estos niños no asisten a la escuela.  Durante el día están a merced de sus propias fuerzas, pues faltan lugares adecuados para su cuidado y protección. El estado de pobreza en el que se desarrollan solo será superado con una educación adecuada.

‘Los de la comunidad intentamos ayudar’ me cuenta María Ofelia. Es muy importante identificar qué familias necesitan apoyo y dónde están los niños más descuidados.

Todavía pasa un rato hasta que llega el turno de Angelito y Ma. Ofelia. La enfermera Stephanie Lindner le pregunta sobre los malestares del pequeño y manda al niño con la doctora Shanti Lokhande quien trabaja con nosotros como pediatra. Shanti lo explora a fondo, escucha su corazón y pulmones y revisa su cuello. Le prescribe una ungüento de eucalipto que María Ofelia recoge con Maeve Kirwan. Junto con otros dos miembros del equipo, Maeve administra nuestra farmacia, reparte medicamentos y explica, una vez más a los pacientes, la dosificación indicada.  Seguramente que Angelito pronto estará mejor.

En este primer día de nuestra estancia, hemos atendido a alrededor de 530 pacientes. Fue muy conmovedor ver con cuanto interés y alegría nos apoyaron los voluntarios de la comunidad. La colonia Bella Vista no es una hermosa localidad, más estas gentes trabajaron con una sonrisa que nunca olvidaremos.